Teódulo López Meléndez
La expresión “el juego político”
es de uso común en el estudio y análisis, admitiendo que el “juego” no se
refiere al azar. Dejarlo aquí es propio de una degeneración teatral que se le
endilga a las campañas electorales, pero que también involucra a los políticos
menores que creen la partida está decidida antes de empezarla.
Las cosas que uno lee son
pavorosas, como “vamos hacia unas parlamentarias arregladas”, lo que significa
que unos jugadores se muestran incapaces de modificar las reglas del juego.
Todo juego necesita un árbitro y si de algo disponen estos “jugadores” es de
incidir en la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral. Tienen todas
las herramientas para procurarse uno que, si bien no satisfará a quienes desean uno de “oposición”, será mejor
que el actual. Designan un comité de postulaciones para aquellos que aspiren
ser sus integrantes, pero lo congelan. No saben de movimientos tendientes a
procurar concesiones dentro de la aceptación de la imposibilidad de realizar
elecciones normales en un sistema democrático.
Las elecciones parlamentarias –ya lo he dicho- mostrarán el
fraccionamiento de las fuerzas políticas del país, lo que será el tablero para
el juego, a falta de uno proveniente del amontonamiento de ficciones, una de
las cuales terminará inevitablemente con su realización. Si en lugar de jugar a
colocar las piezas en la mejor posición posible, nuestros políticos siguen
mostrando su evidente escasez mental, quedarán fuera del juego, lo que será muy
lamentable, no por ellos, sino por el país.
A veces el juego se realiza
mientras algunos se distraen con el color del tapete. El intercambio de
acusaciones y “ofertas” sobre DirecTV y la torpeza sobre la importación de
gasolina iraní, son dos ejemplos patéticos de que no hace falta más de un
jugador para jugar el juego, pues uno sólo jugará si el otro se limita a ver
como le llenan la cesta. No se puede depender del patrocinador, pues entonces
juego no habrá, sólo emisión de propaganda.
Habrá elecciones parlamentarias y
ante las reacciones a uno le provoca asumir el cinismo frente a los amateurs.
Debe ser porque asalta aquella frase de Oscar Wilde: “El cinismo consiste en ver las cosas como realmente son, y no como se
quiere que sean”.
@tlopezmelendez
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 27 de mayo 2020)
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