Teódulo López Meléndez
La primera queja para explicar el
desencanto con la democracia es la de su supuesta ineficacia. Las promesas no
se cumplen y los ideales se olvidan. Por supuesto que eso depende de los
actores, más entretenidos en conservar el poder y sus beneficios que en la
atención a una obra de gobierno.
Sin embargo, ello no es
suficiente explicación. Podemos remitirnos al mecanismo con que esos
gobernantes son electos. Un cúmulo de factores afectan a las elecciones, desde
la intervención tecnológica que manipula mayorías inclusive en países lejanos,
hasta su conversión en el deterioro representativo.
Las elecciones están en crisis.
Un ciudadano un voto, explicitaba una igualdad que legitimaba las
instituciones. Manipulaciones del voto ha habido siempre, magnificadas por la
tecnología actual donde a esos votantes se les plena de información manipulada,
caso Brexit, o se distinguen sectores mediante el uso inmoral de una
información disponible en los grandes servidores. De esta manera, el
instrumento democrático por excelencia ha sido viciado, alterando las bases de
la democracia conocida, como lo son una representación de la voluntad colectiva
y, por ende, la destrucción de los mecanismos de control de esos representantes,
tales como referéndum, control de gastos, la selección de los candidatos
postulados. El concepto mismo de mayoría ha sido ficcionado.
Los programas de gobierno que los
aspirantes al poder enarbolaban como el desiderátum de su acción oficial han
perdido sentido. Los llamados electores saben que son papel muerto. Los
reclamos por su incumplimiento presiden buena parte del debate público. Las
élites políticas se han hecho escurridizas avalando involuntariamente el crecer
del populismo que hace de “pueblo” un concepto abstracto.
Los problemas son graves y
muchos. Llega a hablarse de democracia poselectoral, lo que de ninguna manera
significa dejar de lado las elecciones sino devolverle algunas de sus
esencialidades. Para ello es necesario multiplicar la expresión, hacer inviable
la unicidad de los organismos monopolizadores de la voluntad general o parcial
y renovar antiguos conceptos. O se está en la vida pública ejerciéndola o los
monopolios seguirán traduciéndose en regímenes populistas y autoritarios.
@tlopezmelendez
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 12 de febrero 2020)
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