Teódulo López Meléndez
La historia, podríamos
argumentar, es la de un hombre caminando. No siempre huía, buscaba. Comenzó a
caminar desde África hacia Asia, posiblemente hace 70 mil años, y siguió
caminando hacia el resto del mundo.
El hombre aún sigue caminando. En
2019, el número de migrantes alcanzó la cifra de 272 millones. Son el 3,5% de
la población mundial, cifra que aumenta cada año, una de la que ahora formamos
parte los venezolanos. De ellos 36 millones son niños. Ahora se mueve para
escapar de las guerras, por persecuciones políticas, por violaciones de Derechos
Humanos, en busca de mejores salarios y vida, por hambre, a lo que debemos
sumar una causa inocultable: el cambio climático.
Estas migraciones de hoy traen
separación de la familia, inescrupulosos traficantes, prostitución, racismo
y xenofobia, dramas, conflictos y en
muchos casos la muerte. Para enfrentarlo las Naciones Unidas aprobaron la
Declaración de Nueva York, para compartir responsabilidades, salvara vidas y
proteger derechos. En la práctica, vemos barcos a la deriva en el Mediterráneo
a los que se niega un puerto, la construcción de muros o la represión en
Centroamérica, sólo para citar pocos ejemplos.
En el papel todo está dicho,
desde Nueva York hasta Marruecos, donde una Conferencia sobre Migración del
2018 dejó establecidos los derechos laborales hasta los casos de migrantes
desaparecidos. La verdad es del horror y de la consecuente impunidad. Del lado
contrario, sin embargo, se recuerda como la migración ha sacado a millones de
la pobreza y fomentado el crecimiento económico y como la inteligencia permite
a los países receptores una prosperidad adicional por la llegada de los que
caminan o navegan. Un detalle es que crece el porcentaje de mujeres universitarias
que se van de su país de origen buscando salarios más altos. Las restricciones
draconianas a las migraciones perjudican, en primer lugar, a quien las
practica.
El mundo que hemos conocido fue
determinado por los desplazamientos masivos. El mundo por venir lo será por
estas masas de migrantes a los que hoy vemos en su drama. Quizás deberíamos
hablar de la construcción de una superficie apta para la vida. Dicho de otra
manera, este relato hay que insertarlo en el concepto de justicia global.
@tlopezmelendez
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 29 de enero 2020)
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