Teódulo López Meléndez
Democracia y dictadura no
compiten en términos de eficacia, una no es más eficaz que la otra. La
democracia es libertad y el totalitarismo es opresión. La democracia se llena
de contenido, de respuestas, de logros, dependiendo de quienes la ejercen y
sobre todo de quienes la piensan. De esta manera, el asunto de la cultura
reaparece en toda su magnitud.
Valoremos, es necesario, a la
democracia sin el referente alternativo de la dictadura. Debe perseverarse en
la defensa del único clima posible a la creación, el de la libertad, señalando
constantemente toda desviación. Constantemente traigo a colación como algunas
de las más brillantes cabezas europeas entre el final del siglo XIX y comienzos
del XX combatieron las monarquías corruptas y pedían la república para luego
decepcionarse de la república y dirigir sus invectivas contra las mayorías,
dando, así, desarrollo al germen fascista. Este último también se engendra,
pues, en la democracia trágica. Retroceder a la aristocracia del pensamiento no
es la salida.
Debemos, a estas alturas,
aprender la lección: la democracia es riesgo. En su búsqueda de las formas de
gobierno el hombre sigue razonando. Si bien murieron las ideologías, no lo ha
hecho la ciencia política. La soberanía radica en el hombre y el pueblo la
ejerce en su nombre. Debemos aprender que una cosa es el ejercicio del poder y
otra la reflexión sobre los valores esenciales de la humanidad, la libertad
incluida.
La palabra “intelectual” (y el
concepto, claro está) es de producción francesa, por lo que pido excusas por el
exabrupto de decir que Platón fue el primer “intelectual” que pensó sobre la
política. Desde entonces muchos dicen que gobernar es dirigir por el camino de
la mansedumbre a un rebaño ya manso, como bien lo recuerda Peter Sloterdijk en su
libro Normas para el parque humano.
Infinidad de intelectuales se han dedicado a pensar como gobernar a los hombres
y, a pesar de las inmensas variaciones que ha sufrido la politología, renovable
como cualquiera, sigue vigente la idea platónica del gobernante como tejedor,
es decir, el que entreteje de la mejor manera las propiedades de los hombres
que resulten más favorables a los intereses públicos. Esa democracia debe serlo
de este tiempo.
@tlopezmelendez
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 11 de diciembre 2019)
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 11 de diciembre 2019)
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