Teódulo López Meléndez
La teoría política debe enfrentar
al siglo XXI. Quizás el vacío provenga de la aplicación a las ciencias
políticas del principio de que aquello que no fuese empíricamente demostrado
quedaría fuera de significado. Es menester una pluralidad de ángulos de visión
que la urgencia de encontrar una certidumbre sepultó. Ya no se requiere un
corpus homogéneo, lo que se requiere es un intercambio fluido y permanente de
diversas comprensiones. Algunos hablan de ofrecer no una mirada sistemática
sino sintomática. Es lo que otros denominan la teorización de la política y la
politización de la teoría.
Venezuela tal como la conocimos
está agotada. Frente a nuestros ojos está la posibilidad de una nueva que
requiere de imaginación y de inteligencia para que tenga un nacimiento normal y
para que el feto no presente deformaciones.
Es en el campo de la política
donde debemos rejuvenecer a toda prisa, mientras la rara avis pasa a ser ahora
encontrar un gobernante lúcido –o un aspirante a serlo- que lo entienda. Basta
por iniciar la comprensión de una realidad múltiple, contradictoria y
complementaria e interrogarnos si nuestras creencias nos han conducido a algún
resultado concreto. Si la respuesta es negativa ya estará abierta la espita
para el abandono de los paradigmas inservibles y su sustitución por otros. El
proceso en su final sólo puede ser medido en largo tiempo, pero la decisión de
cambiar la mirada o simplemente de interrogarse sobre ella tiene consecuencias
a corto plazo.
No se está haciendo política. No
la logran entender como una especificidad de acción. Frente a un poder como el
que padecemos la política sólo puede venir de un sujeto que la haga como una
ruptura específica. Si se mantiene en un territorio evanescente la política se
hace innecesaria. Una estrategia correcta de combate es dejar claro que las
élites no monopolizan, que no son dueñas, que las instituciones no sólo sirven
para preservar privilegios.
Puede generarse una inteligencia
colectiva y un modelo de auto-organización, aplicable hasta en el aspecto
económico, por lo que ya se habla de una "economía sostenible de
colaboración". Lo contrario consolida el poder hegemónico, uno que se
invisibiliza en el ejercicio del dominio y del abuso.
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 23 de octubre 2019)
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