Aproximación al cansancio






Teódulo López Meléndez

Hago memoria: Nadie previó que la apacible ciudad de Seattle (1999) iba a saber de gases lacrimógenos y de cargas de la policía. La reunión de ministros de países miembros del FMI se iba a desarrollar en los habituales desacuerdos. Después fue Washington sacudida por una protesta masiva. Luego los enfrentamientos ocurrieron un Primero de Mayo en Londres y en las calles de Hannover, amén de otras ciudades europeas. En Bruselas, en medio de la pasión de la Eurocopa de fútbol, vimos manifestaciones del mismo tenor.

Las protestas que sacudieron las calles del primer mundo eran contra el capitalismo. El divorcio total entre juventud y política ha sido uno de los fenómenos más interesantes del último medio siglo. Después del mayo francés y los excelsos años 60 la juventud se dedicó al abandono hippie, a vincularse con sectas de dudosa factura, a deleitarse con algunas enseñanzas orientales, al exhibicionismo yuppie, a la indiferencia. Abotagada por il benessere y los estupefacientes la juventud había renunciado a cualquier rol protagónico. Súbitamente redescubrió el valor de las luchas sociales, las llamadas “causas justas” y volvió a las calles redescubierto un motivo de protesta después del largo sueño.
  
Los incendios en las calles del primer mundo eran para exigir la condonación de la deuda de los pobres del tercero, para condenar las prácticas del FMI y del Banco Mundial, para decirnos que el capitalismo era aborrecible. Tampoco eran rudos veteranos molidos por la maquinaria capitalista los que salieron a las calles de París en el famoso mayo. Eran jóvenes cansados. Estaba abonado el terreno para la entrada triunfal de una “causa justa”. Los jóvenes de los años 60 estaban cansados. Las viejas costumbres y la vieja moral eran una carga demasiado pesada. Querían sexo libre, entregarse a una vida placentera fuera de los viejos cánones familiares que imponían limitaciones.
  
La protesta no es ya como en mayo, exigiendo la vuelta de la inteligencia. Lo que ahora se quiere es un antídoto contra el cansancio. La serialización es aburrida, cuando no existe horizonte la vista y la paciencia se agotan. Mientras, la tecnología nos da computadores cuánticos y la inteligencia que llega es artificial.


Artículo en el diario El Universal (Miércoles 30 de octubre 2019)

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