Teódulo López
Meléndez
Cerrarse en la defensa exclusiva y excluyente de una
economía de mercado no es más que una excentricidad económica. Equivale al
desconocimiento de la necesidad de abrir posibilidades a nuevas formas que,
organizadas al margen de la simple acumulación de capital, permitan una
organización ciudadana autogestionaria de producción, distribución y consumo de
bienes y servicios.
No es un ataque a la propiedad privada, la que viene
respetada con las sujeciones jurídicas archiconocidas. La economía social es
una forma expedita de crear ciudadanía
pues la solidaridad está presente en la base misma del planteamiento. La
economía social está dirigida, sobre todo, a satisfacer necesidades básicas
como alimentación, salud, vivienda, educación y conocimiento.
La economía social no puede ser excluyente, como se pretende
al tratar de utilizarla como alternativa a la propiedad privada, sino un
espacio que convive pacíficamente con ella. Es un orden que se contrapone tanto
al capitalismo puro como a la planificación socialista. Es una forma de
propiedad privada sobre el principio de la cogestión. Debe moverse en un orden
económico de libertad con la vigilancia fundamentada en lo social del derecho y
bajo la ética de una doctrina de promoción social.
Se le llama sector voluntario, tercer sector solidario,
economía solidaria o de iniciativa social, a esta realidad que está entre la
economía capitalista y aquella pública. Esto es, las bases son democracia,
interés social y justicia distributiva.
En el desarrollo de una socieconomía no hay escisión de los
agentes económicos de sus identidades sociales y menos del mundo simbólico que
llamamos cultura. El listado puede ser grande: cooperativas, servicios
personales solidarios, ahorros hacia el crédito social, formación e
investigación continuas, asociaciones de productores autónomos, redes de ayuda
mutua. Ni una lógica capitalista ni un Estado socialista planificador a
ultranza pueden no mirar con suspicacia lo que es la economía social.
La economía debemos colocarla entre las Ciencias Humanas y
no entre las Ciencias Exactas. La economía fue convertida en una religión que
denota la precariedad de gruesas poblaciones humanas. Comencemos a hablar de
una sociedad cívica,
Artículo en el diario
El Universal (Miércoles 24 de julio 2019)
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