Teódulo López
Meléndez
Hay que plantearse un discurso práctico en la acción
política que cree condiciones sociales aptas mediante la institucionalización
del discurso ético asumiendo el derecho los desafíos planteados a la política
en el ámbito cultural y socio-político. Hay una “pluralización de las formas de
vida y una individualización de las biografías” que imponen una multiplicación
de tareas y roles sociales. Así surge el planteamiento de una democracia
deliberativa. El ciudadano deja de ser un sujeto que simplemente expresa
preferencias (por ejemplo electorales) para pasar a ser considerado un agente
activo en la construcción del proceso político mediante la modificación del
agotado concepto de opinión pública.
El derecho estuvo sustentado en fundamentaciones religiosas
o metafísicas, ya no, por lo que hay que buscar nuevas formas de legitimación
para el derecho positivo, dado que este no es una mera administración
institucionalizada sino un control que busca resolver los conflictos sociales
en procura de un eventual consenso. La legitimidad de este derecho positivo no
se funda sólo en la moral sino también en la racionalidad de los procedimientos
jurídicos, tanto de fundamentación como de aplicación. Entran en escena así las
leyes electorales y los procedimientos legislativos, pero aún insuficientes
pues así está en el juego solo una
pequeña porción de la vida pública. Es evidente que el derecho y la política
deben procurar la reconstitución de una integración social rota por las diferencias
mediante un complejo proceso de mediación social que pasa por las tensiones
entre “hechos y normas” o entre “facticidad y validez”.
Habermas acepta que las condiciones económicas y políticas
pueden ser controladas en la misma medida en que se fortalecen las expresiones
de una razón comunicativa, una política que contempla la deliberación
participativa de los ciudadanos, más allá de la lógica instrumental o
estratégica. En Teoría de la acción
comunicativa (1981) asoma que el derecho puede tener el rol de aparecer
como la mediación que cataliza las manifestaciones o reclamaciones
ético/morales y políticas. Esto es, el derecho y la democracia se manejan en un
nuevo paradigma de derecho fundado en el principio de la discusión
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 10 de julio 2019)
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