Este artículo fue publicado en la edición impresa de El Universal el miércoles 14 de febrero 2018
Teódulo López Meléndez
En su postdata sobre Las sociedades de control, Gilles
Deleuze nos recuerda el proceso, con Foucault, de las sociedades disciplinarias
de los siglos XVIII y XIX, en plenitud en los principios del siglo XX, donde el
hombre pasa de espacio cerrado a espacio cerrado, esto es, la familia, la
escuela, el cuartel, la fábrica y, eventualmente, la prisión, que sería el
perfecto modelo analógico. Este modelo sería breve, apenas sustitutivo de las
llamadas sociedades de soberanía, donde más se organiza la muerte que la vida.
Virilio habla así de control al aire libre por oposición a los viejos espacios
cerrados. El gran diagnóstico sobre este proceso lo hace, qué duda cabe,
Foucault, pero es a Deleuze a quien debemos recurrir para entender el cambio de
los viejos moldes a lo que él denomina modulaciones. La modulación cambia constantemente,
se adapta, se hace flexible. La clave está en que en las sociedades
disciplinarias siempre se empezaba algo, mientras que en las de control nunca
se termina nada, lo importante no es ni siquiera la masa, sino la cifra.
Esta república desanda,
retrocede, recula, repite. Esta república marcha hacia cuando no era república.
Volvemos a ser una posibilidad de república, una harto teórica, harto eventual,
harto soñada por los primeros intelectuales que decidieron abordar el tema de
esta nación y de su camino. Nos están poniendo en un volver a reconstruir la
civilidad y en el camino de retomar el viejo tema de civilización y barbarie.
Por lo que a mí toca tengo una negativa como respuesta. Hay que plantear una
democracia del siglo XXI, hay que dotar a este país de herramientas que le
permitan salir de la inconsciencia de los retrocesos, hay que extinguir la
mirada biliosa. Aquí lo que cabe es reconstruir las ideas, darle una patada en
el trasero a la Venezuela decimonónica y a la Venezuela “sesentona” para
hacerle comprender que estamos en el siglo XXI. Este país necesita pensamiento,
no abajo-firmantes; esta nación necesita quien la tiente a la grandeza de
espíritu, no amodorrados en silencio; este país necesita quien proyecte un
nuevo sistema político, no quienes repitan el viejo lenguaje o nos hagan
objetos de estudio ideológico.
Ni masa ni cifra. Ciudadanos que
piensan. Ciudadanos.
teodulolopezm@outlook.com
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