Artículo publicado en la edición impresa del diario El Universal (Miércoles 28 de febrero 2018)
Teódulo López Meléndez
Teódulo López Meléndez
En
su discurso para recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad de
Lisboa, António Guterres, insistió en varios temas, desde el peligro del cambio
climático hasta la necesidad de reformar el organismo que preside, pero dejó un
punto que por primera vez, creo, es tocado directamente por un funcionario de
su alto rango, el de la ciberguerra.
Aseguró
lo que los analistas de este convulsionado mundo ya hemos vislumbrado, que la
próxima guerra entre Estados será precedido de un ciberataque, sólo que lo dice
el Secretario General de la ONU remarcando que no existe ningún esquema
regulatorio parecido a la Convención de Ginebra para un conflicto de este tipo.
Ya
lo vivimos, desde el espionaje convencional, hackear, cuando pasan por debajo de la mesa informaciones y
denuncias sobre robo a mandatarios o intervención en elecciones. Ataques de
todo tipo, a militares y civiles o a empresas, están a la orden del día,
ejecutados por organizaciones criminales o Estados. No se lanzan bombas, se
lanza información privilegiada indebidamente sustraída, se destruyen
reputaciones, se bloquean páginas web y se miente. En Venezuela basta seguir a
redes sociales para ver un ejército de bots
y de trolls haciendo de mentiras
verdades.
Algunos
señalan que la ciberguerra comenzó en el 2010 con la acusación de Estados
Unidos a China de los ataques informáticos conocidos como Titan Rain. El caso
del supuesto ataque ruso para influir en la última elección presidencial
norteamericana aún es objeto de debate. Las agencias de inteligencia han
planteado que se aproxima un Pearl Harbor Digital, expresión que me parece usó
por vez primera Leon Panetta, entonces director de la CIA. Lo cierto es que los
gusanos informáticos andan sueltos, aunque la ciberguerra no sustituya a la
guerra, como lo afirman los más aventajados estudiosos del tema que la
consideran una dimensión adicional. Las armas cibernéticas modifican las leyes
de la guerra y he allí a Guterres planteándose una nueva Convención de Ginebra.
En este mundo la ciberguerra se asoma, paradójicamente, como un ataque en
tiempos de paz.
Hoy
un solo hombre puede ser un ejército. Aquí asistimos a los RT que los inocentes
dan a las mentiras convertidas en verdades por los bots.
teodulolopezm@outlook.com
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