Teódulo López Meléndez
Sobre “negociación” se han
escrito miles de páginas. Abundan los estudiosos sobre un tema que ha ido
suplantando a los tradicionales como arbitraje y otros. Hay especializaciones
en las universidades y, si no me equivoco, hasta Harvard tiene un postgrado y diplomacias
como la noruega han dado muestras de un ejercicio constante en su
perfeccionamiento. En otras palabras, no cualquiera sabe negociar.
Cuando hay desigualdad entre las
partes, pongamos el caso de una negociación con un régimen que está lejos de
caerse por la fortaleza de su poder interno, especialmente si se sostiene por
las armas, la contraparte espera pacientemente que lleguen a sus
argumentaciones elementos de presión. Despreciarlos cuando los tiene indica una
total carencia de capacidad de negociación.
Cuando se tienen todos los elementos
de presión: violación orden interno y normas de Derecho Internacional (caso
OP), declaración MinInterior, amenazas a la Iglesia y sanciones UE, entonces no
se va. No es el régimen el que gana tiempo, conforme a esa manida y
estrafalaria frase. Por lo demás, un político debe ser valiente y tomar
decisiones aun cuando contraríen una supuesta “opinión pública” opuesta a lo
que consideran necesario hacer. Entregarse, hoy en este mundo, a una claque de trolls implica una falta de carácter
abisal.
Somos profundamente escépticos
sobre los resultados de esa negociación. Inclusive, si se llegase a un acuerdo,
sobre su cumplimiento, pero uno de los elementos que se debe mantener favorable
es el de la opinión de esa habitual hetaira que se llama comunidad internacional,
por la sencilla razón de que la única alternativa que tenemos es sumar
elementos ante nuestra manifiesta impotencia. Negociar no implica dejar de
actuar. Quienes eso hacen es porque carecen de luces, porque son unos políticos
inhábiles.
La negociación será retomada
tarde o temprano sin que medie excusa o explicación sobre la falacia que fue
argüida para no asistir el 18 de enero. Imagino a Federica Mogherini, quien
situó las sanciones europeas sobre esa fecha como presión, preguntándose por el
comportamiento de estos políticos. O a los trolls
simplistas que creen al eliminar la negociación cesa el hambre, la
hiperinflación y la falta de medicinas.
¿Ganar tiempo? El régimen es el dueño
del tiempo y no ha dejado de avanzar en su proyecto ni un segundo. La
negociación no le ha otorgado tiempo, como tampoco le ha otorgado aire en su
asfixia autoinducida. Si alguien gana tiempo es quien viva obseso por una candidatura
presidencial y afina su pequeño instrumento.
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