Teódulo López Meléndez
Se debe escribir un
artículo de opinión mientras se leen las noticias del día sobre las balaceras
de la mañana en Caracas y no provoca. Se debe escribir un artículo de opinión
mientras las panaderías lanzan alerta sobre sus existencias de harina de trigo
y pequeños políticos se tiran de las greñas y no provoca.
A este país la
única definición que le es posible es el de uno agredido y cuando un país está
siendo agredido por enemigos internos la única posibilidad es organizar una
defensa social. Lo hemos planteado repetidas veces a través de las
intrascendentes redes sociales. En verdad la defensa individual se ha hecho
irrelevante. Si la defensa no es colectiva será inútil.
Tomamos, para
ejemplarizar, el caso grave de inexistencia de medicinas y apelamos a una
Iglesia para que promoviera su recepción con ayuda de la feligresía y el
silencio fue la respuesta. Se debe escribir un artículo de opinión y no
provoca.
Sobre lo ocurrido
en Maracay hay que esperar informes serios, los que no abundan de ningún lado
si uno ve como se utilizan fotografías sacadas de Internet o se ordena promover
acciones judiciales contra todos los que informaron sobre el caso. Como se
ordena juicio contra un economista por haber realizado un análisis de la
situación financiera del país. Todo se resuelve con represión, mientras se
acerca octubre, uno que amenaza con convertirse en clave en la historia
económica del país.
Para que haya
defensa social se requiere partir de la solidaridad. Si ella no preside la
acción de este país cristiano no será posible. Se requiere comunicación, una
que excede al mero intercambio de información, pues debe ser la identificación
de destinos. Y el elemento clave, la voluntad, una que se manifiesta
individualmente, pero que no se hace motor del cuerpo social.
Hay que crear
líneas de defensa social. Un país agredido debe hacerlo. Entre los agresores el
gobierno, uno al que no se le puede creer, pues si dice que en mes y medio se “normalizará”
el abastecimiento de medicinas la conclusión será que llegarán algunas para
luego desaparecer de nuevo.
Se debe escribir un
artículo de opinión para repetirle al país lo que ya se le ha dicho, pero que
no internaliza, y no provoca. El país parece cada vez más un campamento en
estado de desesperación sin que logre articularse.
El concepto de
defensa social es originario del Derecho Penal, pero perfectamente utilizable
en el campo de lo social genérico, pues se pena a la transgresión y este es un
país transgredido a diario por agentes disolventes que amenazan con conducirlo a situaciones aún más graves de las que
vivimos. El país debe penalizar a los agentes corrosivos.
Organización,
voluntad y solidaridad, pero ya hemos mencionado que esos elementos deben obtener
como identificación el reconocimiento de destinos. Es precisamente lo que pasa:
la ausencia de destinos claramente definidos, pues se trata desde la defensa
social amalgamar un nuevo país.
El país está
dejando de ser territorio de la materia prima esencial que no es otra que el
lenguaje. Aquí puede decirse lo que sea sin que medie una responsabilidad por
lo dicho. Hemos devaluado la palabra y el poder se ha convertido en mediocridad
extrema garantizada sólo por la orden de proceder contra.
El país es una
queja, una solicitud de auxilio, un desgarramiento sin conclusiones. El país
debe pasar a ser una defensa social manifestada en cada una de las calamidades
que lo acogotan. El país debe defenderse de las agresiones. El país debe tomar
aliento y ejercer una legítima defensa. Cuando el país se recuerde de cuáles
son las características que lo hacen tal, entonces el lenguaje volverá a
merecer la pena.
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