Teódulo López Meléndez
Se puede aparecer en pantalla convirtiendo una
precaución en una obra de envergadura para los barrios. Otra cosa no sucedió en
la pasada cadena de radio y televisión del jueves efectuada por Maduro. Bajo la
apariencia de retomar el proyecto Barrio Tricolor, nombrado por enésima vez, se
ocultó la creación, o el intento de creación, de una barrera protectora contra
eventual “pérdida de paciencia” de los sectores populares.
Lo que se mostró, -con maquinaria, factores
ideológicos, premisas de desarrollo- no fue más que un plan de seguridad
disfrazado de proyecto de cirugía urbana. El acompañamiento de un trato, que no
sabríamos como calificar, al aumento anunciado de la gasolina, hace más
evidente lo señalado. Ahora no es necesario ese aumento, es un simple correctivo
que deberá tomarse, pero puede ser en dos o en diez años.
Por si fuera poco, Maduro elogió al general encargado
del proyecto por lo que llamó esfuerzo sobrehumano de recorrer lo que llaman
callejones en tiempo récord, como si esa misión no hubiese sido anunciada hace
meses y de repente había que recurrir a esfuerzo extra, a prisa inaudita, a
carrera contra el tiempo.
Estos elementos por tratar de convertir una medida de
seguridad en una acción gubernamental de aparente asistencia a los sectores de
las barriadas populares pasó a ser un aquelarre. A todo el que siguió la cadena
con ojos atentos, quiere decir casi nadie, le quedó patente un tablero con
todas las alarmas encendidas. El gobierno está más que nervioso por el eventual
comportamiento de los pobres que dice defender y encarnar.
Recordemos que el inefable presidente había anunciado
previamente la adquisición de nuevos equipos represivos para “combatir
terroristas” y que en las redes sociales había corrido la versión –cuya
veracidad desconocemos- de muy especiales convocatorias a la Guardia Nacional
para mirar a los nuevos y eventuales escenarios.
Conjuntamente el superpoderoso Rafael Ramírez había
anunciado que nuestra empresa en Estados Unidos, CITGO, estaba a la venta a
quien realizase la oferta conveniente, en un paso acariciado años atrás por
razones ideologizantes, y ahora reforzado por falta de efectivo y por
compromiso con China de elevar nuestra cuota de suministro petrolero. Es obvio
que ello equivaldría al abandono del mercado norteamericano, en una acción de
alto riesgo.
Es tal la
complejidad del mundo en estos momentos, y sobre todo en los que están por
venir, que cualquier acontecimiento en Venezuela no entraría en la primera
página de quienes andarían muy ocupados con sus propios dilemas. Tenemos a un
gobierno nervioso y una economía colapsada. La preocupación del gobierno es
notoria como patética, pero nadie, aparte de los íntimos del régimen, parece,
fuera de él quiero decir, estar haciendo un seguimiento a los temblores,
ocupados como andan en las maniobras secundarias para mantenerse vigentes y
frente a un país que, como hemos dicho hasta el cansancio, se ocupa de las
minucias sin percibir las alarmas de tsunami.
La cadena fue realizada
sin ninguna explicación de las razones por las que se suspendía el viaje de
Maduro a la toma de posesión de Santos y exactamente a la misma hora, como para
reforzar la tesis de una tranquilidad conventual. El que quedó muy mal fue el
sempiterno Uribe que había alegado tal presencia como excusa para producir el
hecho histórico de que por vez primera en la historia de Colombia una oposición
no asistía a una toma de posesión presidencial. Pero fuera de los actos en
Bogotá hay que explicar que la reunión sostenida días atrás en Cartagena de
Indias no era justificativo para la inasistencia, dado que estos actos sirven
para ver a docenas de mandatarios extranjeros y representantes de alto nivel de
los organismos internacionales.
Este ha sido un
agosto, y sigue siendo, uno muy particular, uno en el cual el régimen asegura
no haber visto nunca antes tantos alegres viajeros, cuando IATA advierte
Venezuela se acerca al aislamiento aéreo y la gente hace las más espectaculares
conexiones para tratar de ver a sus familiares emigrados, número in crescendo como es fácil advertir.
Agosto tiene calorones.
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