Teódulo López
Meléndez
Pensar es una actividad intelectual que pretende
comprender un hecho. Pensar la política
implica mucho más, pues llega hasta la configuración de un mundo. Hanna Arend
señaló que el pensamiento tiene un efecto destructivo dado que socava lo
establecido. Cuando pensamos la política, desde ella y desde lo político, es
evidente que hay dificultades y es preciso recomenzar. Pensar la política busca
la posibilidad de un mundo común.
Cuando se deja de pensar la política y se instaura la
mediocridad de la búsqueda del poder y no más, se entra en la barrena de la
inestabilidad y la decrepitud. Cuando la política se burla de la consistencia
de la complejidad del pensamiento y se reduce a las maniobras y a hacer de ella
misma un deterioro las sociedades languidecen en las formalidades y se
encuentran incapaces de saltos cualitativos.
Es impresionante ver como la sociedad venezolana no
entiende nada, ni a un nuevo gobierno cuya preocupación única parece ser el
establecimiento de “una nueva mayoría”, ni a un candidato opositor jugando a
huir hacia adelante para lo cual recurre al último argumento de mantenimiento
de clientela: habrá nuevas elecciones presidenciales.
Ciertamente uno puede entender la política como lo
opuesto a lo estático. Resulta irritante ver a un cuerpo social sembrado en él
y cuya supuesta “inocencia” no es justificable y menos perdonable. La única
posibilidad que cabe es remitirse a un fracaso educativo y cultural que lo
lleva a maniqueísmos como el de negar la existencia misma de quien no esté en
alguno de los bandos. Menos logra entender cuando se le habla desde una mirada
de país.
La política es una revisión permanente y la democracia
una interrogación que nunca termina. El que se mueva en los parámetros agotados
es un insuficiente que desconoce totalmente hasta la definición misma del verbo
“pensar”. Vivir desde y para la asfixiante coyuntura, gritar de entusiasmo
frente a la aparente palabra dura y solazarse en los radicalismos estériles, es
propio de una sociedad en sí misma estéril. Nadie puede pretender borrar de un
plumazo la angustia del presente. Lo que se pretende es recordar que las
realidades son construibles, que hay que modificar el ángulo de los observadores
y, sobre todo, que la política se piensa y se piensa alejándose de la
linealidad y de la miseria. Hay una crisis política puntual envuelta en otra de
igual o mayor gravedad: la absoluta inconsistencia de los políticos.
Esto que vivimos en Venezuela no es la política. No llega ni a rango de
antipolítica. La política es hoy una voluntad colectiva y ella no existe porque
tenemos a unos actuantes que giran sobre sí mismos embebidos en el odio mutuo y
en la incapacidad manifiesta de escaparse de las maniobras de una praxis
envenenada. Se olvida la caída de todos los conceptos, hasta del poder mismo.
Cuando se piensa la política las estrecheces comienzan a diluirse. Se inventan
los caminos y se inventa en el futuro. Los presentes sólo son diluibles cuando
se tiene la mirada más allá, en la escritura de un relato a transitar, uno que
nos hace pensar el presente desde el futuro.
Hoy ya ni sabemos lo que es la política. La labor pedagógica pasa por comenzar a decir
que en el siglo XXI la política no es lo que fue. Hay que inventar el siglo que
sólo será posible si inventamos la política de este siglo, pues nada es
construible en cuanto a organización humana que no esté marcada por la nueva
concepción de la política. No se trata de la aparición de iluminados. Hoy el
líder es un modesto suministrador de insumos que ejerce la más detestada de las
actividades: pensar para los demás, porque pensar por lo demás resultaría una
simple manifestación totalitaria.
Pensar la política es una acción liberadora
pues, en primer término, permite entender los atascos de los actores de la no-política y autoriza a vislumbrar
sacudírselos. Cuando se piensa la política aparecen los acontecimientos que
nadie creía posibles y las soluciones van conformándose en una realidad
distinta de la realidad real. Entonces habrá aparecido el nuevo concepto de
poder, el del común hecho líder, que pasará por encima de quienes encarnan el
Estado en lo momentáneo y de quienes lo encarnan desde talismanes, llámese
unidad o llámese como se llame, organizados
en el vacuo propósito único de sacar del poder, del viejo poder, a quienes hoy
se solazan en él.
@teodulolopezm
Pudiera decirse que EEUU pensó en la política inmediatamente después de su independencia. Esa "nueva concepción de la política" no fue puesta en práctica hasta después de la Guerra Civil. Después, con la Revolución Industrial y hasta Roosevelt su política la convierte en la primera potencia mundial. Ahora, durante Bush hijo EEUU tiene una nueva política: el dominio mundial de los recursos. Las guerras contra el terrorismo y su lista de países del mal lo demuestra.
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