Teódulo López Meléndez
En su habitualidad de
decir las cosas con discreción, pero de decirlas, el Partido Comunista Chino ha
visto transcurrir su nuevo Congreso, coincidencialmente reunido un par de días
después de la elección presidencial norteamericana.
De las cosas a mostrar el
crecimiento del Producto Interno Bruto, a pesar de la crisis, y el consenso
mantenido en la élite dirigente a pesar de algunas purgas. La dirigencia
saliente –que China ha adoptado el buen hábito de cambiar los pañales-
encabezada por el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao no ha
ocultado las dificultades del modelo económico que requiere cambios, la
urgencia de atender exigencias de legitimidad y de un cambio político que han
dejado claro jamás pasará por una imitación de las democracias occidentales.
Cómo aumentar este
ingrediente democrático sin abandonar el sistema de partido único es algo que
resta inédito, quizás simplemente para las décadas por venir. Si algo hemos
visto en China es una hasta hace poco incipiente protesta reflejo de un aumento
de las desigualdades sociales. Si bien el partido, con 82 millones de miembros,
maneja una espectacular red de contactos, no hay lugar a dudas sobre dos
elementos peligrosos: nepotismo y corrupción. A las élites dinásticas se han alzado
sectores populares a través de la Liga de la Juventud y algunos éxitos han
logrado hasta llegar al politburó del partido.
Entre los tímidos cambios
económicos parecen haber quedado claro una mayor vinculación del tipo de cambio
con el mercado, un aumento de las inversiones en el exterior, la convertibilidad
de la moneda, más fondo estatales en la industria no sin descuidar una mayor
participación privada, una peculiar pues unos cuantos millonarios andaban entre
los dos mil delegados al congreso. Si bien las exportaciones se han visto
golpeadas por la crisis y por una debilidad en aumentar el consumo interno
China creció este tercer trimestre un 7.4 %. Seguramente se las arreglarán para
que el sector privado de la economía pueda competir en igualdad de condiciones
con las empresas estatales. El Fondo Monetario Internacional cree que el
crecimiento chino este 2012 alcanzará en definitiva un 8%. Al fin y al cabo la
nación asiática mantiene un alto superávit comercial y, a pesar de todo, las
exportaciones muestran aún buena cara, lo que indica que habrá ajusten lentos
que corresponderán al nuevo presidente. El propósito, duplicar el ingreso per cápita tanto de la población urbana
como rural para 2020.China es ya la segunda economía del mundo y se estima en
2016 supere a Estados Unidos, según las cifras
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Es bajo estos indicadores
que llega Xi Jinping a la secretaría general del PCCH y en marzo de 2013 a la
presidencia. Deberá procurar, pues, un mayor cuidado del ambiente, alejar los
fantasmas del nepotismo y de la corrupción, acelerar ese proceso de
“democratización” sin copiar a occidente y estabilizar lo que la élite
dirigente determinó, como poner más recursos en manos de los chinos para que
consuman más.
Una cosa ha quedado clara
en el plano militar. China dedicará sus mejores esfuerzos en este campo al
desarrollo de su marina de guerra, quizás porque el conflicto con Japón por
unas pequeñas islas le mostró fallas a superar.
Una mirada final al
desarrollo del Congreso del Partido Comunista Chino muestra una coherencia y
una unidad en la cúpula que no desconoce ni trata de ocultar las tensiones
abajo. Esa combinación de mercado y régimen político cerrado ha producido una
necesaria apertura de ojos en buena parte de la población, mientras la corrupción
ha causado malestar y los requerimientos sociales son cada día mayores. Sobre
la base de su sólida economía en crecimiento se formularán pequeñas
modificaciones que tienden a una mayor apertura hacia la iniciativa privada.
En términos generales el
congreso nos ha dejado claro lo que hará China en los próximos años. Quizás las
referencias a convertibilidad de la moneda sean escuchadas en Estados Unidos
con especial agrado. En cuanto al mundo, podrán estar tranquilos unos cuantos
países, dado que el gigante asiático no sólo mantendrá sus inversiones sino que
las aumentará. Esas inversiones han sido claves para que América Latina no
sufra la crisis económica.
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