Teódulo
López Meléndez
Las
palabras no existen por casualidad y muchos menos los sentidos que envuelven. A
veces no tenemos conciencia que el lenguaje es simple expresión exterior de
previos procesos cognitivos y damos por establecido que –dado los conceptos
vigentes- algo ha existido siempre.
Escuchamos,
por ejemplo, hablar de “sociedad” con
toda naturalidad, sin darnos cuenta que este concepto llegó tarde al mundo
occidental. “Sociedad” es un producto de la edad de la razón, de la necesidad
de un fundamento laico para el análisis de las instituciones políticas, de
manera que algunos pensadores se plantearon la necesidad de separar sociedad y
Estado. En este proceso andan entremezclados ilustres nombres, como el de
Locke, que comenzaron a distinguir entre la ley de la naturaleza y ese contrato
social que había dado origen al Estado y, por supuesto, por allí se coló
también la necesidad de separación entre Iglesia y Estado.
Pero
como el pensamiento no se detiene, contrariamente a lo que piensan muchos que
consideran algunos conceptos como montañas rocosas inmodificables, pronto
comenzaron a aparecer dudas de este concepto de sociedad. El argumento era que
había sido establecido sobre el concepto de razón. En el período posterior a la
revolución francesa la sociedad pasó a ser considerada como un todo orgánico.
Es lo que en la historia de las ideas se llama la “concepción organicista”, una
que introduce la tradición cultural como parte clave de la sociedad. Otro
ilustre, Augusto Comte, fue el que la definió al asegurar que una sociedad
presume un sistema de opiniones comunes sobre la naturaleza y el hombre. Esta
concepción de orden institucional está también en el origen de lo que llamamos
“idealismo”.
Veamos:
había un orden de la sociedad basado en la religión, llegaron los filósofos de
la ilustración y al acabar con él sembraron la anarquía en el mundo de manera
que tuvo que aparecer Comte a poner su grano de conservadurismo organicista
para salvar a la pobre raza humana. Pero más atrás apareció Marx con su
concepción económica de la sociedad dado que afirmó que ella no era más que las
relaciones entre los grupos sociales, esto es, la sociedad no es otra cosa que
las relaciones económicas entre los hombres. El hombre, al cooperar con otro
para satisfacer sus necesidades, establece relaciones de producción. De allí
Marx comienza a hablar de superestructuras y subestructuras.
Vinieron
después los denominados defensores de la “teoría del conflicto” (aunque el
marxismo se puede inscribir también aquí) que dice que los hombres deben
competir por el acceso a los recursos de la vida y que la sociedad es un
dispositivo de organización para poner en relación a esta población de
organismos. En el siglo XIX la teoría evolutiva se puso a elaborar secuencias
de desarrollo para los ámbitos institucionales de la sociedad. Era por
supuesto, el inicio de la revolución industrial. Luego Durkheim, con su
criterio de que la sociedad no puede ser considerada una mera suma de las
voluntades de los individuos sino que es una entidad. Apareció la
psicología-social y con ellas ideas como interacción, símbolos, persona social.
Y siguieron: la sociedad en proceso, las unidades de relaciones sociales.
Y
apareció en el escenario la palabra “comunidad”. Y por supuesto un proceso
evolutivo de la palabra-concepto parecido al narrado. Es una base local para
las unidades de sociedad, son aspectos de la sociedad tales como los relativos
a solidaridad (concepto comunal) y otros más.
El
concepto de comunidad ha invadido muchas de las presentes discusiones sobre la
organización política. Se sostiene, por ejemplo, que comunidad viene de tener
algo en común. Y una definición que tenía anotada en alguna vieja libreta y
cuya fuente no anexé y que me gusta en especial: “Las comunidades son una forma de solicitud”. Lo cierto es que
indago y la palabra comunidad está ya en los textos de Aristóteles, pero de tan
rancio abolengo paso a los conceptos que
está manejando el gobierno de James Cameron en Gran Bretaña, un gobierno Tory como
se sabe. Allí se habla de empoderamiento de la comunidad como un paso de la
acción del Estado a la acción social. Al parecer Cameron rompe con Margaret Thatcher
y se lanza a buscar la energía de los ciudadanos de las comunidades. Se asoma otro concepto que invade por todas
partes, el de transición. En el caso que nos referimos se dice de una
“iniciativa comunitaria de transición”. Y una nueva expresión “transición de
ciudades”. Todo parece indicar que el pensamiento traducido al lenguaje no se
detiene y menos las acciones correspondientes. Un tory como Cameron no gusta
mucho del Estado, sólo que este interesante conservador lo maneja desde ángulos
muy diferentes: hacer retroceder al Estado para permitir a este concepto
comunitario de sociedad avanzar rápido a posesionarse. ¿Cómo lograrlo? Reforma
de planificación de barrios, formación de una nueva generación de organizadores
comunitarios, cooperativas, empresas sociales y el marco constituido por la
idea de que el encogimiento del Estado debe conducir no a la atrofia de la
comunidad sino a su desarrollo. Descentralización de responsabilidades, poder a
los individuos, a las comunidades y a las instituciones cívicas. Veamos en
contexto latinoamericano:”A mí el gobierno no me ha dado nada”. Veámoslo en
contexto inglés: “Todos necesitan al gobierno… pero la acción es a través de la
familia, la comunidad y la empresa social”. Quizás mis citas de Cameron y de lo
que se ventila por Londres sea buscando no se vea comunismo hasta en la sopa.
Está bien, sé de los problemas económicos
internos y de la necesidad de los recortes de gastos masivos, pero lo
interesante está en las soluciones que se buscan, unas de avanzada, qué duda
cabe. Los recortes van a producir duros efectos sobre los más pobres, se sabe,
pero lo interesante es ver como una crisis económica conlleva a la búsqueda de
lo común, de la comunidad. De manera que ante la emergencia se apela a la
democracia participativa, al fomento y al encuentro de las propiedades
emergentes de los ciudadanos. Para ello: construcción de la inclusión social,
fortalecimiento de la capacidad, construcción de la organización, construcción
de la información y comunicación, construcción de recursos, construcción de la
estrategia.
Comunitario, comunitarismo, palabras que suenan
ahora como soluciones. Quizás en esta frontera aún indefinida entre sociedad y
comunidad –obviando ahora la evolución de ambos términos- es que se está
asociando sociedad a suma de fraccionamiento en individuos y a comunidad con
solidaridad y acción compartida. Pero como la tecnología hace de las suyas –es
interesante ver como nada se detiene- ahora se introducen conceptos como
comunidades personales, inteligencia colectiva y redes sociales. Es decir, se
dice de la transmutación de comunidad en red social. Hay analistas de redes
sociales (Wellman y Berkowitz), asuntos como emergentes de inteligencia (Steven
Johnson) y colectivos inteligentes (Howard Rheingold), "Cerebro
global" (Heylighen), "la sociedad de la mente" (Marvin Minsk),
"inteligencia colectiva" (Derrick de Kerckhove), "las
redes inteligentes" (Albert Barabasi), y la "inteligencia colectiva"
(Pierre Lévy). Esto se torna
interesante. Parece que las viejas concepciones ideológicas no nos sirven. Da
la impresión de que estamos en el siglo XXI.
No
hay duda que los conceptos cambian, incluido el de comunidad. Y mirando a Zygmunt Baumann (De la comunidad: la búsqueda de la seguridad en un mundo inseguro)
diera la impresión que también ha cambiado el concepto de libertad. Es así,
porque fuera de especulaciones teóricas comunidad implica la fraternidad, esto
es, compartir las ventajas entre los miembros de la comunidad, los egoístas
nada tienen que obtener de ella y en consecuencia tendrían que pagar un precio
por su inserción.
Otros citan las imágenes de lo que somos hoy, con colas, empujones, las
calles llenas, mientras otros estamos en soledad frente a nuestra computadora.
Sabemos muy bien como son nuestras ciudades y el individualismo feroz de
nuestra época lo hemos analizado en varios libros. Es precisamente por ello que
se produce la reaparición de comunidad-solidaridad y la tecnología ha puesto el
tema de las redes sociales. Y de nuevo sobre la mesa el tema del capital
social. ¿Y porqué utilizar la palabra “capital”? Porque el crecimiento
económico no está ya determinado sólo por los recursos naturales, infraestructura
y bienes de consumo y capital
financiero, sino por la forma como interactúan y se organizan los actores. Esto
es, que información, comunicación, ideas y apoyo tenemos a nuestra disposición.
Pareciera que los viejos trazados económicos cambian y quienes hablamos de
economía solidaria nos estamos sustentando sobre un presente claro. No discutamos
si el hombre es egoísta o no, lo que debemos mirar es que las posibilidades de
ser egoístas puede que se estén terminando. En resumen, pareciera que sociedad
es una serie de limitaciones a los egoísmos y comunidad un sistema positivo
inventando. Quizás deberíamos hablar de inducción de comportamientos
solidarios.
Pareciera
que puede generarse una inteligencia colectiva y ello pasa por una transición a
un modelo de auto-organización dirigida por la comunidad, para que la gente
actúe colectivamente. Ello también en el aspecto económico, por lo que habla ya
de una "economía sostenible de colaboración". Lo es obvio en el campo
político, pues se genera un nuevo modelo de democracia. Ya los hemos dicho. La
hemos llamado democracia del siglo XXI.
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