Teódulo López Meléndez
Por supuesto que los africanos se miran a sí mismos y es natural la multiplicidad de enfoques. Lo primero que habría que rechazar de plano es la división entre afrooptimistas y afropesimistas. Así lo hace el nigeriano Adebayo Olukoshi quien tiene una mirada multidimensional y señala como un avance la emergencia del pluralismo en los medios informativos en la década de los noventa, el florecimiento de las asociaciones civiles y de nuevos actores políticos, a lo que habría que sumar las transformaciones en la estructura demográfica con un creciente protagonismo juvenil, aunque otros factores, como el desempleo, los haya llevado a participar en acciones armadas. Olukoshi no obvia la exacerbación de la dicotomía rural-urbana con la aparición de todos los problemas que esto conlleva, el crecimiento de la intolerancia y la xenofobia, el de la economía informal, pero también el rápido acrecentamiento de interés sobre cuestiones como ciudadanía, los derechos individuales y grupales, y el papel del estado. Señala, igualmente, el colapso del rol central del estado y del sector público, la asunción del libre mercado y la no aparición de una clase media lo suficientemente fuerte como para realizar la transición democrática debido a múltiples factores internos y externos, entre los cuales cabe mencionar la crisis económica que afectó al continente y los realineamientos producidos por el cese de la guerra fría. Olukoshi se pregunta por las vías para retomar el crecimiento económico que define como esencialmente inclusivo y democrático.
Por su parte el político nigeriano Musa Abutudu mira más hacia el tema de la seguridad humana, asociada anteriormente de manera errónea a la seguridad del estado lo que llevaba a percibir a la oposición como una amenaza a la seguridad nacional, señalando que las reformas neoliberales minaron al estado-nación y aumentaron los excluidos sociales con las consecuentes hostilidades. Para él el concepto de seguridad humana abarca todas las formas de privaciones económicas, contaminación ambiental, expansión de enfermedades infecciosas y no infecciosas.
El sociólogo de Zimbabue, Sam Moyo, dedica sus análisis a la cuestión agraria y campesina en el África austral. La crisis teórica en el estudio de África encuentra, por ejemplo a autores como Mkandawire, Zeleza y Mamdani. El florecimiento de la vida asociativa está en Chazan, Bratton y Diamond, como la llamada cuestión juvenil en la política de África es tema de Abdullah, Bangura, Mkandawire y Sesay. En el terreno de la economía política vemos a Bates, Jackson y Roseburg, Callaghy, Kasfir, Young, Turner, Chabal, Ergas, Bayart, Chazan. Mamdani, Zeleza, Mkandawire, y Olukoshi, algunos nombres para el análisis de África.
En África el sistema bipolar del mundo fenecido con la Guerra Fría tuvo un profundo efecto como el estancamiento de la cooperación intra-africana, lo que tuvo consecuencias en la política, la economía y la sociedad. Se desarrolló así un concepto de seguridad basado en las relaciones interestatales que a su vez se convirtió en fuente de inseguridad ciudadana. Sería lamentable que el planteamiento de una guerra contra el terrorismo se convirtiese en un sucedáneo de la guerra fría o que la política del mundo desarrollado se centrase en asistencia militar. Toca a los africanos imponer la esperanza sobre el desorden.
Todos miran a la mujer como el pilar fundamental en la salida de África de su postración.
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