Teódulo López Meléndez
Nuestras miradas estaban centradas en las manifestaciones de París y en segundo lugar en las que ocurrían en Italia, cuando se produjo la sorpresiva declaración de Angela Merkel proclamando la muerte de la Alemania multicultural.
La reflexión debe comenzar por alguna parte y la primera que nos viene a la mente es la crisis económica, que es apenas un ángulo dentro de una crisis humana, psicológica y cultural. Mueren más europeos de los que nacen y eso absorbe ingentes sumas en jubilaciones –detonante aparente de la crisis francesa- que se pretenden reducir con aplazamiento de la edad de retiro.
Los tres países que nos motivan inicialmente –Francia, Italia y Alemania- han estado violando el pacto de estabilidad acordado cuando se lanzó el euro. Los repetidos No a la Constitución Europea, el retorno de los viejos complejos nacionalistas entre los sectores excluidos del bienestar, un reclamo desde los más ricos por sus aportes en beneficio de los más pequeños, enfrentamientos o discordias en materia de política exterior, son algunos de los elementos a enumerar en esto que llamaremos la crisis de Europa.
La huida hacia los nacionalismos evidencia un fracaso. Por otro lado se argumenta que no han sabido las élites construir una verdadera Europa sino una especie de patchwork institucional basado sobre equilibrios que en nada contribuye a la mejoría real de la vida. Hay, pues, una crisis de confianza. Y la vertiente económica que afecta al empleo y las prestaciones sociales. Surgen así los ultranacionalistas, con tintes xenófobos y claramente fascistas. El paro, las privatizaciones de algunos servicios públicos y sobre todo la impotencia política hacen mella.
No se pueden negar los esfuerzos hechos sobre estas vertientes sociales. Desde el 2008 fue anunciado un paquete de 200.000 millones de euros por la Comisión Europea en noviembre de 2008; se han simplificado los criterios del Fondo Social Europeo (FSE), y en el Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización (EGF), así como se ha instituido un Instrumento Europeo de Microfinanciación y la Estrategia Europea de Empleo, que es uno de los pilares de la estrategia que sigue proporcionando un marco para que los Estados miembros emprendan una acción coordinada para fomentar el empleo en el contexto de la crisis; si alguien advirtió fue Felipe González, que dirige el Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa. González pintó un panorama realmente crudo ante los dirigentes socialistas europeos reunidos en Madrid. Subrayó la debilidad de la Unión por la crisis institucional, la crisis económica que en su opinión "no se resolverá en 2009 ni en 2010", y advirtió de "la pérdida de competitividad y productividad, sin la cual no habrá cohesión social". Y puso al descubierto las torpezas de la UE en política migratoria al recordar que "habría que agradecer a los inmigrantes que los europeos tuviéramos pensiones". Frente a esta advertencia Francia expulsa a los gitanos y Merkel proclama que ha muerto la Alemania multicultural.
Surgieron problemas graves en Grecia y menos vistosos en Portugal y España. Los mercados financieros siguieron inquietos: grandes franjas del sistema bancario europeo estaban ampliamente subcapitalizadas. De acuerdo con las estadísticas del BCE, los bancos de la eurozona tenían alrededor de 20 euros de pasivo (incluida deuda interbancaria) por cada euro de capital y reservas. Esto implica que por cada pérdida de capital de un euro en algún banco, habría aproximadamente 20 euros de deuda dudosa.
En pocas palabras, Europa se convirtió en el segundo escenario de la crisis financiera global, a pesar de la creación de un Instrumento de Estabilidad Financiera Europea (EFSF por su sigla en inglés). Tal vez porque el dinero se utilizó para financiar gobiernos que necesitaban financiar a sus bancos. Por otra parte los países de Europa Oriental se dividieron entre avanzados y atrasados Hungría, Rumania y los países del Báltico recibieron la mayor presión. El proteccionismo económico y la xenofobia nacionalista de las grandes potencias europeas han establecido una fisura con los países del Este. The Times sentenció: “El sistema bancario es insolvente, el desempleo se acelera, los ingresos por impuestos caen, los mercados están en un estado de choque, la construcción se derrumba, los déficits aumentan vertiginosamente y la confianza de los consumidores sufre una masiva contracción en todo el sistema que podría salirse de control". En este contexto se produjo una primera decisión irritante de Francia al conceder préstamos y subsidios a sus fabricantes de automóviles (6.000 millones de euros), pero con la condición de que las empresas mantuviesen el empleo en Francia y bajo ningún pretexto llevaren parte de su producción a República Checa, Eslovaquia y Rumania, países donde Peugeot-Citroën y Renault tienen plantas de ensamblaje. Suecia también siguió medidas similares. Italia, que tiene a Fiat operando en Polonia, también ha dado incentivos al sector en el mismo sentido, mientras que Alemania -con producción en Eslovaquia, República Checa, Hungría y Polonia- puso en marcha un plan similar.
Los jóvenes huyen de España por millares, en general no encuentran manera de hacer carrera ni recursos para la investigación ni salarios atractivos. Europa vive lo que parecía un mal endémico latinoamericano: la fuga de cerebros. Europa se hunde en nacionalismos chauvinistas, en odios étnicos o a las divisiones como las que parecen deseosos de protagonizar flamencos y valones. Hay una subyacente barbarie política que no encuentra alivio en su extraordinaria historia cultural del pasado. Italia se consume en el consumismo, valga el pleonasmo y ya no es el esplendoroso hogar de la poesía o de la filosofía. Francia no se reconoce en los inmigrantes. La señora Merkel cede antes las encuestas que muestran la creciente xenofobia. Europa ya no es un ejemplo.
Algo menos de cien mil millones de euros para salvar a Irlanda y la estabilidad monetaria europea. Falta el acuerdo para salvar la estabilidad del alma europea.
teodulolopezm@yahoo.com
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