Teódulo López Meléndez
Este planeta que habitamos no será eterno. Está demostrado que la estrella que llamamos Sol se extinguirá arrastrando en su desaparición a los planetas que la orbitan. Faltan miles de millones de años para que ello suceda, pero una conclusión es irrefutable: si el género humano pretende sobrevivir deberá establecerse en otra parte.
Stephen Hawking no cree que falte tanto tiempo para esta mudanza obligatoria. Según él tenemos alrededor de mil años para colonizar otros planetas, no sin obviar que una supernova, un agujero negro o un asteroide nos destruyan antes, si no es que el propio hombre por una acción guerrera o por su instinto egoísta de consumación de los recursos logre el objetivo en 200 años.
No hay duda que el único futuro posible del hombre está en el espacio exterior. Y vamos hacia él inclusive por un instinto natural, porque está allí y si está allí debemos conocerlo, descubrirlo, explorarlo. En la incalificable jugada, boutade, anticipo o aproximación a la verdad The Sunday Times lo puso hace algunas semanas sobre el tapete al asegurar que la astrofísica malaya Mazlan Othman había sido nombrada Embajadora de Naciones Unidas para el Espacio. Ella, en realidad, es directora de la oficina de la ONU para el espacio exterior (Unoosa, por sus siglas en inglés). El diario británico le atribuía a la supuesta nueva funcionaria la tarea de coordinar la respuesta de la humanidad al momento de producirse el contacto con una raza alienígena. La versión fue inmediatamente desmentida tanto por el organismo internacional como por la propia doctora Othman, pero sigue siendo una verdad no demostrada que no estamos solos en el inmenso universo o en los otros universos que la ciencia constata existen. Ese contacto se producirá tarde o temprano, aunque Hawcking lo considere peligroso y asegure debemos evitarlo. Al fin y al cabo los astrónomos de todo el mundo se afanan por conseguir señales inteligentes provenientes del espacio y la propia NASA ha enviado por esos predios espaciales “Across the Universe” de los Beatles.
Está más que justificada, entonces, la inversión en los descubrimientos espaciales. Buscar un planeta fuera de nuestro propio sistema solar no es una actividad vieja y son relativamente pocos los años en que comenzamos a descubrirlos. Si bien Marte podría servirnos como alojo largo y los planes para construirle una atmósfera están claros, nunca olvidamos que debemos salir de nuestro sistema planetario. Muchos planetas han sido descubiertos, pero por vez primera hemos encontrado uno cuyas características de temperatura y composición indican que tiene todos los requisitos para albergar agua y vida. Gira alrededor de una estrella roja, una de las cien más cercanas a nuestro sistema solar. Tiene una temperatura similar a la terrestre y, como decíamos, está cerca en términos galácticos: 193 billones de kilómetros. Algunos científicos aseguran su certeza absolutamente en cien por cien que allí existe vida. Un astrónomo sin sueño, creo que australiano, hace un par de año aprovecho una noche clara para observar el universo y recibió una señal de luz que identificó como proveniente de un rayo láser. Al producirse el descubrimiento del planeta que relatamos declaró que era de allí que provenía la señal captada y un rayo láser es señal de inteligencia desarrollada. Lo sabremos con precisión cuando la NASA lance en 2015 el satélite Darwin, de manera que no estamos nada lejos de saber si conseguimos otra vida inteligente o si el planeta copia del nuestro está allí esperándonos como la posible casa nueva.
Quizás fue el marketing o una publicidad bien calculada lo que llevó al escándalo con el último libro de Stephen Hawking, The grand design. En verdad no hay un pronunciamiento sobre la fe o la teología pero sí una tajante afirmación de que la filosofía ha muerto y la conclusión de que para explicar la génesis del cosmos no es necesaria la hipótesis de Dios, lo cual no es ninguna novedad en la historia de la cosmología. Dejando de lado lo que llamaremos el escándalo publicitario hay cosas más interesantes de que ocuparse en ese texto, como la idea de universos múltiples. Se denomina la teoría M o teoría de todas las cosas según la cual el universo en que está nuestro planeta no es más que una parte de una serie infinita de universos o multiversos. Recordemos que unificar la teoría de la relatividad de Einstein –la gravedad- con la mecánica cuántica –las fuerzas que rigen los átomos- es una de las tareas más álgidas que ha enfrentado la ciencia. Sobre los años 70 se planteó la llamada teoría de las cuerdas que describía la existencia de siete dimensiones que agregar a las tres ya conocidas, pero llegó a tener demasiadas versiones y fue apartada. De allí la teoría M, considerada una red de teorías, o una familia de teorías interconectadas, cada una de las cuales describe su propia versión de la realidad. Para ello está la teoría de la inflación cósmica, esto es, el mismo proceso que dio origen a nuestro universo puede haber ocurrido muchas veces lo que conlleva a la existencia de muchos universos. En esa multiplicidad de universos es obvio que existirían muchos planetas como el nuestro y tal vez una raza humana como la nuestra, con el problema de que nunca lo sabríamos porque se expanden a tal velocidad que nunca veríamos su luz. O tal vez el Big Bang fue el estallido de un universo previo.
Los secretos siguen guardados, pero los grandes telescopios otean ya miles de galaxias y el acelerador de partículas reproduce condiciones. Hawking utiliza una metáfora: los seres humanos somos como peces en una pecera redonda viendo una realidad distorsionada que otros seres fuera verían de manera diferente.
La prisa comienza a manifestarse. La propuesta ha llegado suave y sin mucho ruido. En Journal of Cosmology, Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad de Washington y Paul David, físico y cosmólogo de la Universidad Estatal de Arizona, advierten que la hora ha llegado y debemos enviar cosmonautas a Marte sin boleto de regreso. El propósito sería establecer una inicial colonia en el planeta rojo. Alegan que la humanidad está ya en condiciones de poner al hombre allí, pero los problemas están en el costo de traerlos de vuelta.
Proponen enviar dos naves con dos tripulantes cada una, tripulantes que jamás regresarían. Previamente se habrían enviado materiales, herramientas, vehículos y provisiones llevados por misiones no tripuladas. Su misión, construir un campamento base para acoger a futuros nuevos colonos.
Los argumentos de fondo son los que hemos mencionado, la vulnerabilidad del planeta que habitamos, uno que puede ser víctima de cualquier acontecimiento cósmico como el impacto de asteroides y cometas o la explosión de supernovas. Lo que proponen, en pocas palabras, es que la preservación de la raza humana debe comenzar de inmediato.
Cuando uno se pregunta sobre voluntarios para esta misión sin regreso, para esta primera colonización del espacio exterior, para el inicio de esta aventura humana que puede preservarla, se consigue con una sorpresa: la NASA dispone de una lista de voluntarios que llenan todos los requisitos. Y los requisitos son: haber superado la edad reproductiva, tener esperanzas de vida por debajo de los 20 años, que al menos uno sea un físico experimentado y que se tengan amplios conocimientos científicos y técnicos y un fuerte compromiso con la investigación.
Deberán enriquecer el terreno para hacerlo apto para el cultivo, construir los refugios para los nuevos colonos y construir su propia bioesfera .En diez años la primera colonia podría llegar hasta 150 miembros y entonces se planearía el nacimiento de los primeros marcianos.
Tendríamos así nuestra primera nueva casa, pero saldríamos a buscar otras. Algún día la raza humana recordará su origen terráqueo como un emigrante de varias generaciones recuerda la proveniencia de los abuelos. Aunque no seamos los únicos seres inteligentes –lo que seguramente no somos- debemos intentar nuestra preservación en casa nueva. Por ahora está Gliese 581g, a la espera de develarnos si ese condominio está libre u ocupado.
A pesar de todos los esfuerzos, la raza humana será difícil de extinguir.
teodulolopezm@yahoo.com
En Twitter: @teodulolopezm
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