Teódulo López Meléndez Las respuestas parecen salidas de la demagogia, de los convencionalismos y de la mediocridad. Los hechos son respondidos con frases de ocasión, con repeticiones de un pasado inexistente, con criterios menguados por la devaluación de las ganas de pensar. La capacidad de análisis parece depositada en un viejo baúl y olorosa a naftalina. Se responde desde parámetros obsoletos o con la intención de congraciarse o desde el lado oscuro que la vieja política atesoraba y atesora como valor supremo: quién puede marchar hacia el poder, quién tiene posibilidades de gobernar mañana, de quién obtengo un agradecimiento inmerecido. He dicho infinidad de veces que la primera obligación es llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo, en el caso de las universidades no se admite que la suspensión de la promulgación no es más que un simple reflejo táctico elemental: si la situación está recalentada procedo a un enfriamiento, si el recalentamiento luce innecesario y conflictivo pr...