El desafío de la madurez

 



Teódulo López Meléndez

A los pueblos se les exige madurez en su comportamiento colectivo, lo que en un gran porcentaje no cumplen. Baste mirar como una expresión demagógica aquello que algunos repiten (“El pueblo nunca se equivoca”). Se equivoca y mucho, y en otras tantas acierta, por una razón muchas veces olvidada por quienes ejercen el poder: está compuesto de seres humanos.

La perogrullada asoma por una muestra de madurez dada por el nuestro en los últimos días. El país impuso a los fantasiosos la participación electoral. También les hizo despertar el miedo. Una gran parte estaba decidida a votar aunque las plataformas hubiesen decidido lo contrario, los que le hubiese valido un entierro más temprano. Entiéndase por país no las redes sociales donde pululan los manipuladores y sus asalariados. Anne Applebaum, en El ocaso de la democracia, nos lo muestra en su reportaje sobre la falsificación como el estilo mundial y las consecuencias sobre un sistema de gobierno que ya se había dado como irreversible.

La verdad aquí es que el país se impuso, lo que no amerita –como han  hecho algunos- salir en acto de conmiseración a cambiarle los pañales a  algunos disfrazados de recién nacidos y menos a darles golpecitos de felicitación en la espalda para sacarle los gases.

Ahora el país está mostrando el segundo reclamo que esperamos se convierta en el segundo ejercicio de la madurez. Lo he llamado la imposición de una Unidad Superior traducida en apoyar al mejor que tenga más chance de ganar.

Se lo resumimos al país: presion, en los días que  quedan, por encuestas para definir candidaturas y si se hacen los desatendidos al reclamo de abandonar los egos y las obsesiones sectarias, votando por el mejor que pueda ganar sin importarle el parche de un partido en la frente. No voten por etiquetas ni por falsas disciplinas, voten por aquel con más chance de victoria que se haya mostrado conocedor de su municipio o de su Estado y haya hablado con programa, resolución y entereza. Qué broten nuevos líderes.

Ante los pesimistas que hablan de plebiscito entre oposiciones, o de derrota, me viene del poeta Joseph Brodsky, seguramente de su libro Menos que uno, aquello de que todo lo que se le presentara con exuberancia lo veía como mera propaganda.

@tlopezmelendez

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