Teódulo López Meléndez
Las primeras advertencias se
originaron en la década de los 50 del pasado siglo. De allí en adelante
siguieron los Informes de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (IPCC). No había duda, eran los humanos los
responsables emitiendo gases invernaderos como el dióxido de carbono, metano y
óxidos de nitrógeno.
Comenzaron los acuerdos, desde Kioto
hasta París, incumplidos, con abandonos de gobiernos que creen eso es una
falsificación que afecta su producción interna. La escasez de voluntad queda
patente en el último evento, la Conferencia de las Partes (COP25), el órgano de
decisión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático celebrada en Madrid.
Ya el objetivo de los 1,5ºC.
quedó atrás, la temperatura terrestre subirá al menos dos grados. Vista la
falta de voluntad política de los gobernantes, los científicos se plantean la ingeniería
climática futura. Si no hay política habrá ciencia, parece ser la consigna. Se
lanzarán partículas de aerosol para desviar luz solar hacia el espacio, tal vez
cuando millones comiencen a salir de la India. Pero ¿y la acidificación de los
océanos? Se lanzarán nutrientes al mar en lugares seleccionados para aumentar
la producción de fitoplancton, se nos dice.
La lista es larga: aerosoles de
sulfato, reflectores espaciales, aerosoles estratosféricos, cultivar biomasa, aumento
de alcalinidad oceánica. Quizás cuando las capas de hielo de la Antártida hayan
colapsado o cuando la hambruna produzca más desplazados.
La ciencia trata de responder,
sobre el clima del planeta, pero nadie trata de hacerlo sobre el clima interior
del hombre. Prevalece la economía, la suprema responsable de índices de
producción y de los climas políticos internos que permiten la conservación del
poder y la influencia planetaria. Esas perturbaciones -se dice- hay que
evitarlas, hay que decir progreso y mostrar cifras, aunque una realidad
realenga haga decir a los observadores que la economía está detrás de los
conflictos que lanzan las manifestaciones callejeras.
Ya no se está al servicio
del hombre, se está de las apariencias, con populismo y remedos. El reclamo exige
la supervivencia del hombre y la de este pobre planeta que aún es su casa.
@tlopezmelendez
Artículo en el diario El Universal (Miércoles 15 de enero 2020)
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