La preferencia por la copia

Teódulo López Meléndez La realidad era claramente precisable, pues tenía sustancia, lo real era autónomo, estaba allí como esencia. La diferenciación entre esta sustancia llamada realidad y las apariencias era clara y precisa. Esa realidad provenía de la historia, es decir, de una existencia. En pocas palabras, fuera de la historia no había nada a no ser especulación. La “realidad” de lo “real” es hoy cosa muy distinta. Estamos inmersos en el afán de la desaparición y, por ende, lo que hemos hasta ahora denominado significaciones retrocede a un segundo plano. Esta situación es perfectamente definida por Baudrillard como “teoría de la simulación” o “patafísica de la otredad” Desde que Nietzsche describió al mundo como apariencia se había insertó la idea de que la realidad no era más que un conjunto de interpretaciones humanas. En otras palabras, la especulación estética se alzaba como la única manera de preservación del hombre, de evitar la muerte que lo acechaba y lo ac...