El combate a la inseguridad




Teódulo López Meléndez

La inseguridad ataca en todo el mundo, aunque en Venezuela, por razones generales y específicas, seamos el escenario de una multiplicación delictiva que nos coloca entre los países más peligrosos del mundo. El asunto del delito está enmarañado en las relaciones sociales y políticas, hasta el punto que los teóricos atacan el problema de la criminalidad como empresa. Existe el crimen organizado y el crimen ordinario. En Venezuela tenemos ambos.

El segundo grave problema es el de la posesión ilegal de armas. Sin una operación de desarme efectiva será imposible erradicar el delito violento, el que en infinidad de casos ejecuta sin necesidad.
Tenemos un ingrediente político: se ha sembrado el odio social y se ha llegado a intolerables justificaciones. El hampa entre nosotros bien podría ser considerada como instrumento de siembra de miedo.

El combate se debe dar con policías y jueces honestos, pero aun teniéndolos son de hecho sometidos a presiones intolerables. Es obvio que no podrá darse efectividad al combate con tribunales que violan todos los lapsos procesales.

Dedicar los recursos necesarios al combate contra la inseguridad es una exigencia obvia, pero no basta. Los anuncios en este sentido no son más que reacciones frente al clamor de la gente y muestra de una ausencia de política criminal. Adicionemos el problema de las cárceles, con hacinamiento y fuerte “educación especializada” en delinquir. La desesperación ante el vencimiento de los lapsos procesales hace disparar la paciencia de los hacinados.

La delincuencia se combate con educación, salud, empleo, con una determinación de acabar con la discriminación y la exclusión, por lo que toda lucha contra el delito y la inseguridad va inserta también en el programa de lucha contra la pobreza. Hay que prevenir, como primera política. Si en este país todas las denuncias se formulasen nuestros índices delictivos se dispararían, pero no se denuncia porque no se tiene confianza y porque la respuesta ante la denuncia es una sin consecuencias.

Me permito recordar que en muchos barrios peligrosos de América Latina la falta de alcantarillado, de energía eléctrica y de gas, de desempleo juvenil, son causas fundamentales del crecimiento delictivo.


Artículo en el diario El Universal (Miércoles 28 de agosto 2019)

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