Teódulo López Meléndez
El primero de abril es llamado en los países nórdicos “el
pescado de abril”, en otros el “Día de los Inocentes”, pero quizás es mejor
conocido por su expresión en inglés, April fools day o día de los tontos
y los bufones. En cualquier caso tiene su origen en la Francia de 1564 cuando
se adoptó el calendario gregoriano y quienes se oponían celebraron todo tipo de
fiestas y burlas para recibir al año nuevo tal como se acostumbraba en ese
tiempo.
En April fools day “comienza” en
Venezuela una campaña electoral que tiene semanas de comenzada. Se oficializa
el primero de abril una campaña que tiene semanas en campaña, como si se tratase
de una burla indicativa ante un cambio de calendario o de un regalo jocoso del
Consejo Supremo Electoral.
Es así como funciona. Se establecen normas de fácil
transgresión o la vista se eleva a los cielos del Tribunal Supremo de Justicia para
dejar que Nicolás Maduro vaya a campaña como presidente en funciones o se lanzan
cohetones cuando todos los excesos del Estado se han puesto a su servicio.
Esta campaña electoral, casi de entrecomillar, que
comienza por voluntad de los bromistas en April fools day, pero que comenzó
hace largo tiempo, ha sido ejemplo de la realidad del país. Ha sido una marcada
por los improperios, por la falta de contenido, por los asesores que se
inventan estrategias cargadas de inyectadoras de odio y por una ausencia casi
total de mención a alguno de los problemas claves que afectan a la nación.
Las encuestadoras comienzan a mostrar tendencias que
se asoman como irreversibles, dado que April fools day es tan efímero como
un carnaval y tan cargado de transgresiones como este. Se recurre a
contrainformación, a la colocación de sobrenombres de desprecio y se alaban
estrategias absurdas como retar a un ring, para supuestamente desdeificar, o
llamar herederos de Hitler a los adversarios o descubrir conspiraciones
provenientes del Sanedrín. Lo que se ha hecho en esta campaña electoral que
comienza en April fools day, porque mejor fecha resultaba imposible para
los sentidos, es desvirtuar lo que es una campaña electoral, hacerla inútil, ya
mostrar una campaña electoral como algo no perteneciente a un proceso de decisión
sino más bien como un paso necesario de apariencia para convertir lo de facto
en Iuris. A los sesudos analistas que hablan de marginar las consecuencias de
esta “participación” electoral en el altar de la participación misma hay que
recordarles que las estrategias se miden por los resultados.
El país profundo sigue allí, tan profundo que muchos
no lo ven y, claro está, menos entender.
Hay una clase media emergente aferrada a su ascenso, hay nuevos valores
y paradigmas y, por supuesto, una nueva clase parasitaria ahíta de ingresos,
tal como la hubo en regímenes anteriores. La religiosidad ha sido llevada a
extremos inadmisibles, con altares o con llamados a mantenerse en oración, con
iconodulas redivivos y con un sustrato de “guerra santa” que se manifiesta en
banalidades como medir cuántos de los Judas quemados en Domingo de Resurrección,
conforme a la tradición venezolana, pertenecían a cada bando.
Es April fools day, en un hábito o
costumbre que nos es ajeno, porque el Día de los Inocentes para rememorar la matanza
ordenada por Herodes, convertida por las transformaciónes de los conceptos en
día de bromas, cae el 28de diciembre, pero no fue el 28 de diciembre sino más
bien en enero, porque las fechas se mueven y los calendarios cambian, porque
aparecen nuevas tutelas y los actores rezagados siguen pensando que la gran
jugada es zaherir.
Es April fools day donde la broma
superior afecta al tiempo mismo pues se le extenderá hasta el 14. Nada de lo
resultante de April fools day es permanente. Las jugarretas se evaporan y las
burlas no trascienden. El 14 de abril, al igual que el 7 de octubre, serán
mencionados en esta historia que se escribe. Mencionados.
@teodulolopezm
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